Las consecuencias del fracking para extraer el gas pizarra
El mapa de España está salpicado de licencias para la prospección o extracción de gas de esquisto, atrapado entre rocas a gran profundidad. Como se ha comprobado en EE.UU., el fracking o fractura hidráulica para capturar dicho gas puede tener consecuencias nefastas en el entorno, la economía local y la salud de la población.
Ante el progresivo agotamiento de los combustibles fósiles convencionales, la búsqueda de gas de pizarra, fundamentalmente metano, se ha publicitado como una alternativa a la crisis energética que además contribuiría a paliar el calentamiento global.
Sin embargo, el metano es el más potente entre los gases de efecto invernadero. Concretamente, 21 veces más que el CO2 y la realidad demuestra que su filtración a la atmósfera y a los acuíferos tiene efectos devastadores. Dadas las fuertes explosiones que se practican mediante la fractura hidráulica, resulta prácticamente imposible evitar las fugas a través de las fisuras o las fallas naturales en el subsuelo. Además, pueden producirse terremotos de baja intensidad que pueden agravar los problemas de fugas.
El gas metano liberado puede filtrarse en los acuíferos e incluso en la red pública de aguas, como ya ha ocurrido. A esto hay que sumar los fallos en la cementación y el deterioro del revestimiento, la evaporación de los fluidos y vertidos, las fugas de los tanques o las roturas y pérdidas en juntas, válvulas y mangueras.
Previamente, en cada uno de los pozos perforados en la tierra se inyectan entre 9.000 y 29.000 toneladas de agua, más arena y químicos a gran presión para fracturar la capa de pizarra y acceder al gas. Muchos de los productos inyectados son sustancias tóxicas, mutagénicas y cancerígenas. El fluido recuperado puede arrastrar metales pesados (arsénico, mercurio, plomo…) y elementos radiactivos (uranio, radio…) presentes en las capas profundas de la roca. Antes de su tratamiento, estas aguas residuales altamente peligrosas permanecen en grandes balsas abiertas. Se calcula que entre el 20-80% de los contaminantes queda en el subsuelo.
La explotación de un yacimiento de gas de pizarra no parte con una garantía de volumen extraíble y requiere la perforación de unos 6 pozos por kilómetro cuadrado. Cada pozo ocupa entre 1,5 y 2 hectáreas de terreno. A esto hay que sumar las infraestructuras necesarias para la actividad y que transforma los campos mediante carreteras con un elevado trasiego de camiones (4.000-6.000 trayectos), con el consiguiente riesgo de accidentes y la contaminación atmosférica y acústica. Cuando el yacimiento se cierra, queda un terreno altamente contaminado.
Numerosos parajes naturales de nuestra geografía se enfrentan al dramático cambio en el paisaje que la implantación de la fractura hidráulica implicaría. Esto incluye el deterioro de la economía local, especialmente si está basada en la agricultura, la ganadería o el turismo. Francia y Bulgaria ya han prohibido esta tecnología extractiva. Y mientras se consideran moratorias en otros países europeos, en España el fracking se prepara, con oscurantismo, para un lucrativo y espectacular despegue, lo que ha provocado el nacimiento de plataformas de oposición.
Veure Documental GasLand (2010) Subtitulado Español -
Vídeo Gasland - http://www.youtube.com/watch?v=zvEHmk1Q02I
font: ecogaia.com